Los textos de Orlando González Esteva son verdaderas «pruebas de que el idioma español todavía sabe bailar y volar», como bien señaló Octavio Paz. En ellos, se encuentra una combinación única de inventiva, frescura, desparpajo y rigor que los hace destacar entre el resto.

Pero más allá de estas cualidades, lo que se respira en estos versos es un espíritu lúdico e inquisidor. El autor no teme adentrarse en caminos desconocidos, explorar lo inexplorado y desafiar las convenciones literarias establecidas.

Es esta valentía y curiosidad la que ha dado como resultado una voz única en la literatura latinoamericana. Una voz que se niega a ser domada y que juega a las delicias del extravío, llevándonos por senderos inesperados y sorprendentes.

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