Los primeros contadores de historias ya sentían la urgencia de desentrañar el mundo. Sin embargo, los relatos que más nos cautivaron fueron aquellos que lo devolvían aún más enigmático, más denso y misterioso. En este sentido, la invitación implícita en el título de este libro también puede interpretarse como una advertencia, la de esos peligros que siempre han ejercido un magnetismo sobre nosotros, quizás porque tras ellos se esconden las auténticas claves del conocimiento.

No resultará complicado descubrir, en las páginas de esta obra, conexiones con viejos maestros admirados (Poe, Melville), así como enseñanzas personales provenientes de figuras más cercanas (Cortázar, Monterroso). A esta herencia reconocida, Miguel Paz añade la originalidad de su voz literaria, una prosa concisa y sugerente, y unas preferencias que se inclinan hacia lo tierno, lo lúdico y lo macabro; además de la paciencia y la meticulosidad con las que siempre se han escrito los mejores cuentos.

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