Pablo es un niño que tiene una pasión desbordante por los resbalones. No hay nada que le guste más que deslizarse y divertirse como si estuviera en un tobogán. Aunque para ello, a veces, utiliza la espalda de su amigo Dino como su propio resbalón.

Dino, por su parte, es un enorme dinosaurio de color verde. A simple vista, parece imponente y asusta a cualquiera que se le acerque. Sin embargo, Pablo no sabe aún que detrás de esa apariencia imponente se esconde un corazón lleno de sorpresas.

Un día, mientras Pablo se deslizaba por la espalda de Dino, notó algo inusual. El dinosaurio empezó a moverse y a hacer extraños ruidos. Pablo se asustó al principio, pero luego se dio cuenta de que Dino estaba jugando con él. ¡Resulta que Dino también adoraba los resbalones!

A partir de ese momento, Pablo y Dino se convirtieron en los mejores compañeros de juego. Juntos, exploraban el mundo de los resbalones y descubrían nuevos lugares para deslizarse. Cada día era una aventura llena de risas y diversión.

Así, Pablo descubrió que los grandes dinosaurios no siempre son feroces y aterradores. Algunos, como Dino, pueden ser grandes amigos dispuestos a brindar alegría y sorpresas. Y desde aquel día, Pablo y Dino siguieron disfrutando de los resbalones juntos, creando recuerdos que durarían toda la vida.

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