Desde que el historiador del arte y conservador de museos Pablo Hereza (Sevilla, 1964) revisara la vida de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), numerosas contribuciones documentales y críticas han ido conformando una figura artística ampliamente reconocible, aunque con ciertas críticas que han distorsionado en parte su excelencia artística. En el marco del IV Centenario del nacimiento del pintor, es necesario analizar el estado actual de los documentos relacionados con el maestro sevillano, recurriendo a fuentes de archivo con nuevas interpretaciones y transcripciones. Además, se deben incluir noticias inéditas que permitan establecer con bases documentales, es decir, fidedignas, la vida de Murillo en la Sevilla de su época.

Este relato vital nos descubre a una de las personalidades más respetadas del siglo XVII en Sevilla. Murillo se sustentaba en profundas convicciones religiosas y, sobre todo, en una independencia intelectual y profesional que lo alejaba del círculo cerrado de artistas sevillanos. Esta fórmula fue clave para su extraordinaria obra artística, que no dejó indiferente a su generación ni a las posteriores.

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