A la hora de escribir una poética personal, la confianza y la desconfianza no solo en la obra propia, sino también en el alcance cognoscitivo de la Poesía, se mezclan de mala manera. Por ejemplo, el entusiasmo y el escepticismo dependen del día y de la luna. Y no terminas de saber dónde las ideas comienzan y dónde acaban las creencias heredadas sin reflexión; tampoco si los colomos del deseo vuelan demasiado alto…

Algunos pensamientos, sin embargo, sobre el hecho poético tienen al menos la garantía de haber superado cambios biográficos y largas etapas. Por ejemplo, pienso desde hace muchos años que se debe añadir una séptima función a las seis funciones del lenguaje según Roman Jakobson a partir de Karl Bühler, la función mágica. Toda la chiquillería lo cree y forma parte, pues, de nuestra primera manera de aprehender el mundo; he aquí por qué los conjuros funcionan cuando tienes diez años.

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