BARCELONA, MAYO DE 1937
En los años treinta, el antifascismo se convirtió en una victoria sin precedentes para el movimiento obrero. La defensa de la democracia requería la unión de todos los antifascistas, pero esto significaba renunciar a los principios y al programa revolucionario proletario, y someterse a los intereses y programas de la burguesía democrática.
La rápida e inconsciente adhesión de la CNT-FAI a este programa tuvo como consecuencia que muchos de sus dirigentes se apartaran del camino revolucionario, volviéndose funcionales al aparato estatal de la burguesía.
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