Gerald Ross Dawson fue encontrado muerto, con el cuello roto. Siendo un fiel feligrés de la iglesia de los cristianos del renacimiento, se suponía que iría directamente al cielo, dejando atrás a un hijo, una esposa desconsolada y… una póliza de seguro de cincuenta mil dólares, si Dave Brandstetter no hubiera investigado más a fondo. Encargado por su compañía de seguros de investigar esta muerte sospechosa, Dave no se conforma con la versión oficial que señala a un tal Lon Tooker, gerente de una tienda de sexo saqueada por los seguidores de la iglesia de Dawson, como el culpable. Como suele ocurrir cuando se levanta el velo del puritanismo, nos adentramos en los bastidores del infierno.

Jean-Patrick Manchette admiraba mucho la «escritura extraordinariamente compacta» de Joseph Hansen. Este es su duodécimo libro publicado en Rivages/noir.

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