La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que los cielos otorgaron a los hombres. Con ella, los tesoros de la tierra y los secretos del mar no pueden compararse. Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe arriesgar la vida. Por el contrario, la cautividad es el mayor mal que puede suceder a los hombres.

Estas apasionadas palabras que don Quijote le dedica a su fiel escudero representan, quizás, la expresión más precisa de la poética de la libertad en la obra de Cervantes. La libertad, en definitiva, es la poética del Quijote y de toda la obra de Cervantes. Es la clave coherente de su labor artística, tanto dentro como fuera de la novela. Está presente en los personajes, en el autor y en los lectores. Es evidente en la visión del mundo y en la concepción de la sociedad, en la teoría y en la práctica literaria, en el perspectivismo, la ironía y la relación entre la vida y la literatura.

La libertad siempre se muestra amplia, tolerante y abierta a las peculiaridades individuales. Nunca es dogmática, salvo en la defensa misma de la libertad y otros valores permanentes como la honra, la tolerancia, la voluntad, el valor y la justicia. Cervantes se ha convertido en un mito, porque su vida, a través de su héroe, se ha convertido en un símbolo de la libertad, al igual que las aventuras de su Quijote en La Mancha. Cervantes y el hidalgo de La Mancha están unidos para siempre: uno «actuó» y el otro «escribió»; ambos son, definitivamente, «uno solo». No hay en todo el mundo una obra literaria más profunda y magnífica. Esta es, hasta ahora, la última y más grande expresión del pensamiento humano. Esta es la ironía más profunda que el hombre ha sido capaz de concebir.

Y si el mundo llegara a su fin, y si la gente se preguntara entonces: «¿Entendieron sus vidas en la Tierra? ¿A qué conclusiones llegaron?» El hombre podría señalar en silencio al Quijote.

Dostoievski

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