El cubismo, una corriente artística con raíces en la pintura de Picasso y Braque en 1908, buscaba regresar a una pintura de valores constructivos mediante la descomposición y el agotamiento analítico de los objetos en sus obras. Este movimiento pretendía superar lo anecdótico de temas y técnica, así como lo puramente sensorial de la pintura de manchas que predominaba en Francia desde el impresionismo.

Los artistas del cubismo tenían la intención de representar la realidad en su totalidad, física, material y táctil, valiéndose de la pintura y elementos metapictóricos. Contaron con el apoyo de D. H. Kahnweiler, marchante y defensor del cubismo, así como con la contribución de la crítica, que desde entonces intentaba clasificarlo como una corriente histórica.

El cubismo, con una gran carga científica, se consolidó como una escuela francesa a partir de 1914, tras el surgimiento de un nuevo enfoque que marcó el final de la etapa inicial. La historiografía ha recogido diversas interpretaciones sobre el origen y evolución de esta corriente artística, que dejó una profunda huella en la historia del arte.

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