Hoy por la mañana, el lobo está de muy mal humor. Todo de negro, no se encuentra nada guapo. ¡Ha decidido que va a cambiar de color! Pero no es tan fácil como él cree.

El lobo empieza a buscar diferentes formas de cambiar de color. Primero, prueba a rodar por el barro, pero solo termina ensuciándose aún más.

Luego, decide correr bajo la lluvia esperando que el agua lo empape y le dé un nuevo aspecto. Sin embargo, solo logra resfriarse y sentirse aún más miserable.

Desesperado, visita a varios animales en busca de consejos. La tortuga le sugiere que se frote contra la hierba verde, pero solo termina con manchas en su pelaje.

El búho sabio le aconseja que se revuelque en un campo de flores coloridas. Aunque el lobo se divierte mucho, al final sigue siendo negro.

Finalmente, el zorro astuto le propone una solución ingeniosa. Le dice al lobo que vaya al río y se mire en el reflejo del agua. Al hacerlo, el lobo se da cuenta de que, a pesar de ser negro, tiene un brillo especial en su pelaje.

Aceptando su color y reconociendo su belleza única, el lobo regresa a casa con una sonrisa en el rostro. Ha aprendido que no es el color de su pelaje lo que importa, sino cómo se siente consigo mismo.

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