La chiquita piconera es una historia llena de paradojas y sorpresas. En un pequeño pueblo perdido en las montañas, vivía una niña llamada María. A pesar de su corta edad, María era conocida por su carácter fuerte y decidido.

Un día, mientras jugaba en el río, María encontró un pez dorado atrapado en una red. Sin pensarlo dos veces, decidió liberarlo y devolverlo al agua. El pez, agradecido, le concedió un deseo: «María, tienes un corazón noble, te concederé lo que más desees».

María, sorprendida pero emocionada, pensó en lo que realmente anhelaba. A pesar de su aparente felicidad, María se sentía sola. Por lo tanto, pidió al pez dorado que le concediera el don de la amistad verdadera.

El pez dorado sonrió y le dijo: «María, la amistad verdadera es un regalo que se gana con el tiempo y la confianza. Pero puedo darte una oportunidad para encontrarla». Acto seguido, el pez dorado le entregó un mapa con instrucciones detalladas.

María siguió las indicaciones del mapa y llegó a un hermoso jardín lleno de flores. Allí, se encontró con un viejo jardinero que le dijo: «La amistad verdadera, como las flores, necesita cuidado y paciencia para florecer».

María agradeció al jardinero y continuó su búsqueda. Caminó por un sendero cubierto de hojas secas hasta llegar a un lago cristalino. Allí, una anciana pescadora le dijo: «La amistad verdadera, como el agua, debe ser transparente y sincera».

María asintió con la cabeza y siguió explorando. Subió por una colina empinada y encontró a un joven músico que le dijo: «La amistad verdadera, como la música, necesita armonía y ritmo para perdurar».

María se dio cuenta de que cada encuentro le enseñaba algo importante sobre la amistad. Decidió seguir el camino trazado por el pez dorado, confiando en que encontraría lo que buscaba.

Después de un largo viaje, María llegó a un pequeño pueblo donde conoció a un niño llamado Pedro. Desde el primer momento, supo que había encontrado a su verdadero amigo. Juntos, María y Pedro vivieron muchas aventuras y compartieron risas y lágrimas.

La chiquita piconera había encontrado lo que tanto deseaba: la amistad verdadera. Aprendió que la amistad no se encuentra fácilmente, sino que es un tesoro que se construye con amor, respeto y confianza.

María y Pedro se convirtieron en inseparables y demostraron que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo. La chiquita piconera y sus paradojas nos enseñan que, a veces, lo que más buscamos está más cerca de lo que creemos.

VER PRECIO EN AMAZON