Fedro le dio un carácter diferente a la fabulística latina en comparación con sus predecesores. Inspirado en las fábulas de Esopo, Fedro utilizó el apólogo para expresar su libertad de pensamiento, algo que le era negado debido a su condición de siervo sin derechos. A través de las fábulas, Fedro encontró el pretexto perfecto para realizar críticas sociales, pero con el tiempo abandonó el modelo establecido y desarrolló su propio estilo.

Utilizando la ficción como herramienta, Fedro llevó a cabo una aguda crítica de los acontecimientos y las personas de su época. El mundo irreal le permitió ser cada vez más audaz en sus intentos. En Roma, donde la fabulística era considerada una rama menor de la sátira, Fedro elevó este género a una categoría magistral.

El poeta Marcial catalogó las fábulas de Fedro como maliciosas. Las frecuentes alusiones presentes en ellas, especialmente en los últimos libros, las convierten en un valioso documento histórico.

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