¿Por qué alguien podría estar interesado en concebir la mente sin las emociones? Y ¿cómo es posible que un área centrada en la mente sin emociones tenga tanto éxito? Estas preguntas, planteadas por LeDoux, revelan que las respuestas tienen más que ver con lo personal de los autores que crearon el cognitivismo.

No es baladí que todo este movimiento haya tenido su momento de esplendor con el funcionalismo, un movimiento que surgió después de las guerras mundiales y que comparaba al ser humano con las máquinas.

Los cognitivistas se dedican a estudiar la organización funcional de la mente sin hacer referencia al soporte físico que genera los estados funcionales, es decir, el cerebro. Sin embargo, esto ha llevado a un desprecio del sentir en relación con el comprender, lo cual ha sido un desajuste en la ciencia que estudia el comportamiento humano.

Desde muchos ángulos de la ciencia, se ha dado mucha importancia a lo que conocemos y comprendemos, ya que para ellos, «determina la realidad e incluso la realidad científica», dejando de lado lo que sentimos.

Lo que crees representa el mundo de tu deseo o tu necesidad sobre lo que debería ser, lo que te gustaría que fuera o lo que tendría que ser. Por otro lado, lo que sientes es lo que está ocurriendo ahora, es lo que te conecta permanentemente con el presente, es lo que está sucediendo, lo que estás viviendo.

Cuando pensamos, analizamos y comprendemos, estamos utilizando la mente para procesar información y darle sentido a nuestra realidad. Sin embargo, no podemos olvidar que nuestras emociones también juegan un papel fundamental en nuestra experiencia y en la forma en que interpretamos el mundo.

Es por eso que resulta interesante explorar la concepción de la mente sin las emociones, ya que nos permite conocer más acerca de cómo funciona nuestra mente y cómo interactúa con nuestras emociones. Aunque parezca contradictorio, el estudio de la mente sin emociones ha tenido éxito porque nos brinda una perspectiva diferente y complementaria a la hora de comprender el comportamiento humano.

En resumen, es importante reconocer la importancia de las emociones en nuestra vida y en nuestra experiencia como seres humanos. La mente y las emociones están entrelazadas de manera inseparable, y estudiar la mente sin tener en cuenta las emociones sería limitar nuestra comprensión de la complejidad de la experiencia humana.

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