Elmer es un elefante variopinto, su piel es de todos los colores, pero no de color elefante. A veces se siente diferente a los demás y le gustaría parecerse al resto de la manada… Pero, ¿qué pasaría si un día Elmer se volviera completamente gris?

Elmer siempre ha sido el elefante más alegre y divertido de la manada. Su piel está cubierta de parches de colores brillantes que hacen que todos los demás elefantes sonrían cuando lo ven. Pero a pesar de ser tan querido, a veces Elmer se siente un poco triste. Se pregunta cómo sería ser como los demás elefantes, con su piel gris y sin ningún parche de colores.

Un día, mientras caminaba con sus amigos elefantes, Elmer tuvo una idea. Decidió visitar a su amigo Wilbur, el elefante más sabio de la manada, y preguntarle si podría hacer algo para ayudarlo a parecerse al resto de los elefantes.

Wilbur escuchó atentamente la petición de Elmer y sonrió. Sabía que Elmer era especial y no quería que cambiara. Pero también entendía que Elmer quería sentirse parte del grupo.

Después de pensarlo un poco, Wilbur le propuso a Elmer un plan emocionante. Le dijo que al día siguiente, durante la gran fiesta de la manada, todos los elefantes se pintarían de gris para que Elmer pudiera experimentar cómo se siente ser igual que los demás.

Elmer estaba emocionado con la idea y esperó ansiosamente el día siguiente. Cuando llegó la hora de la fiesta, todos los elefantes se reunieron en el río y comenzaron a cubrirse de pintura gris. Elmer estaba feliz de ver a sus amigos dispuestos a ayudarlo a sentirse parte de la manada.

Una vez que todos estuvieron completamente grises, Elmer se miró en el agua y se sorprendió al verse tan diferente. Aunque parecía igual que los demás elefantes, se dio cuenta de que algo dentro de él no se sentía del todo bien.

Los demás elefantes también notaron que algo no estaba bien con Elmer. Aunque estaban contentos de verlo como ellos, también extrañaban los colores brillantes que solían adornar su piel.

Entonces, Elmer tomó una decisión. Se sumergió en el río y comenzó a lavar la pintura gris de su piel. Poco a poco, los colores brillantes volvieron a aparecer y Elmer volvió a ser el elefante variopinto que todos conocían y amaban.

Los demás elefantes se acercaron a Elmer y le dijeron que siempre lo querían tal como era, con sus colores únicos y especiales. Elmer comprendió que ser diferente no era algo malo, sino algo que lo hacía especial.

Desde ese día, Elmer se sintió más seguro de sí mismo y nunca más quiso ser igual a los demás elefantes. Aprendió a aceptarse tal como era y a valorar su individualidad.

Y así, Elmer continuó siendo el elefante más alegre y divertido de la manada, compartiendo su amor y alegría con todos los demás elefantes.

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