Habitualmente, cuando pensamos en la experiencia religiosa, tendemos a considerarla como una serie de informaciones sobre problemas más o menos importantes de la vida. Sin embargo, al acudir a los Evangelios, es posible que nos desilusionemos al no encontrar respuestas claras a los grandes interrogantes de la existencia. A pesar de ello, sí podemos observar la gran importancia que se le da a los sentimientos.

«El sabor de la vida» muestra algunos signos característicos de la experiencia humana que también pueden ser reconocidos en la base de la experiencia religiosa. Estos signos incluyen los afectos, las relaciones, el deseo, la narración, la imaginación y el símbolo. Son elementos fundamentales que nos permiten comprender y vivir nuestra propia experiencia religiosa.

La Encarnación es la vía bíblica por excelencia para el encuentro con Dios. Por lo tanto, resulta necesario reconocer estos signos que expresan la condición esencialmente corporal de la experiencia religiosa. Esta comprensión es especialmente importante en la vida de un cristiano, sobre todo en momentos clave de su camino, como la toma de decisiones importantes o la interacción con los demás.

Explorar estos signos puede ser un punto de encuentro fructífero entre el autoconocimiento y el conocimiento de Dios. Aunque no es un camino fácil, es convincente y nos permite descubrir la verdad sobre nosotros mismos.

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