Hasta mediados del siglo XX, el modelo aceptado para el diseño de jardines en Estados Unidos era el llamado jardín inglés de carácter paisajista. Este estilo se aplicaba tanto en los espacios públicos como en las viviendas unifamiliares. Sin embargo, a partir de las primeras décadas del siglo, surgieron nuevas ideas influenciadas por las Vanguardias y el Movimiento Moderno.

Estas nuevas corrientes plantearon una forma diferente de acercarse al diseño de jardines, rompiendo con lo establecido hasta entonces. Paisajistas y arquitectos comenzaron a desarrollar ejercicios teórico-prácticos que les permitieron expandir sus horizontes creativos. Así, surgió una concepción distinta de los jardines, creando espacios al aire libre que se fusionaban con el lenguaje moderno de la arquitectura.

Esta nueva forma de concebir los jardines se alejaba de la repetición del estilo paisajista, que hasta entonces era el único practicado. Se buscaba una perfecta unión entre la arquitectura y el paisaje, generando un diálogo entre ambos elementos.

Un ejemplo destacado de esta fusión entre arquitectura y paisaje es la propiedad casa y jardín de Irwin Miller en Columbus, Indiana. Esta obra fue diseñada por el arquitecto Eero Saarinen y el paisajista Dan Kiley. Representa un perfecto equilibrio entre ambos elementos, donde la arquitectura y el paisaje se complementan y se potencian mutuamente.

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