Regrese a lo que era antes de su supuesto «nacimiento» y la aparición de un cuerpo específico con el que se ha identificado tan gustosa y negligentemente. Sea en esa eternidad, que es un estado de totalidad, aunque su cuerpo se derrumbe; un estado de riqueza, aunque no tenga ninguna posesión terrenal; un estado de paz y tranquilidad imperturbables, aunque el mundo a su alrededor estalle en llamas.

Ese estado antes del nacimiento es ahora, y siempre ahora, porque es anterior al tiempo mismo, antes de que el tiempo, disfrazado de «devenir», emergiera como el concepto tiránico que gobierna nuestra vida y nos esclaviza. Es la realidad inmutable de la cual ha surgido todo cambio: el espacio, el tiempo, la totalidad del mundo de la experiencia y todas nuestras queridas ilusiones.

Por lo tanto, meditar y tomar en serio la sabiduría de Maharaj es participar verdaderamente del néctar de los dioses, porque nos restaura a nuestra prístina y dichosa condición original, al redescubrimiento de nuestra Fuente.

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