La Corona de Aragón se vio enfrentada a una difícil situación tras la trágica muerte de Pedro II en la batalla de Muret en 1213. Este suceso desencadenó una serie de eventos que culminaron en el apogeo de los territorios bajo la Casa de Barcelona durante los siguientes cuatro reinados.

Sin lugar a dudas, el extenso reinado de Jaime I el Conquistador fue fundamental para el surgimiento de la confederación catalano-aragonesa, abriendo así las puertas hacia la era moderna. Sus sucesores, Pedro III, Alfonso III y Jaime II, llevaron a las naves con el estandarte de las cuatro barras rojas a dominar el Mediterráneo.

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