Érase una vez un molinero pobre que vivía en un pequeño pueblo. Tenía una hija llamada Rosa, quien era hermosa pero de modesta inteligencia. El molinero soñaba con casar a su hija con un hombre rico y poderoso, que pudiera sacarla de la pobreza en la que vivían.

Un día, el molinero tuvo una idea astuta. Decidió contarle a todos que su hija tenía la capacidad de convertir la paja en oro. Pensó que esta mentira podría atraer a un hombre adinerado que deseara desposarla.

Pronto, la noticia llegó a oídos de un hombre muy rico llamado Pedro. Quedó impresionado por la supuesta habilidad de la joven y decidió pedir su mano en matrimonio. Sin embargo, Rosa se sentía atrapada en una mentira y no sabía cómo cumplir con las expectativas que habían puesto sobre ella.

En su desesperación, Rosa fue a dar un paseo por el bosque en busca de consuelo. Fue entonces cuando se encontró con un extraño personaje vestido de verde. Este ser misterioso se presentó como el duende de los bosques y le ofreció su ayuda.

El duende le dijo a Rosa que estaba dispuesto a convertir la paja en oro por ella, pero a cambio, ella debía prometerle algo muy valioso. Rosa, intrigada por la propuesta, aceptó sin saber qué podría pedirle el duende a cambio.

El duende trabajó toda la noche, hilando la paja en oro fino. Al amanecer, la habitación de Rosa estaba llena de montones de oro brillante. El molinero y Pedro quedaron asombrados por la supuesta habilidad de Rosa y el matrimonio se llevó a cabo rápidamente.

Sin embargo, llegó el momento en que el duende reclamó lo que le pertenecía. Le pidió a Rosa que le entregara su primer hijo. Rosa, aterrada por esta petición, no sabía qué hacer.

Entonces, Rosa decidió usar su astucia para engañar al duende. Le propuso un trato: si el duende adivinaba su nombre antes de que naciera el bebé, ella le entregaría al niño. Si no lo adivinaba, el duende renunciaría a su demanda.

El duende, seguro de su victoria, aceptó el desafío. Durante varios días, el duende intentó adivinar el nombre de Rosa, pero nunca lo logró. Desesperado, el duende finalmente se dio por vencido y renunció a su demanda.

Rosa aprendió una valiosa lección sobre la avaricia y la mentira. Comprendió que el poder de la astucia puede ser una herramienta poderosa, pero que la verdad y la honestidad son aún más importantes. A partir de ese día, Rosa vivió una vida feliz junto a su esposo y su familia, recordando siempre la importancia de la sinceridad y la humildad.

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