En la Antigua Roma, la infancia era un tema de gran interés para historiadores e investigadores. Se creía que los niños merecían el máximo respeto, como afirmaba Juvenal. Sin embargo, también los adolescentes merecían atención y respeto.

La adolescencia, vista en la Antigua Roma de manera similar a como se ve hoy en día, era interpretada por muchos adultos como una fase transitoria de trastorno que se superaría con la edad. Algunos consideraban que el comportamiento de los adolescentes confirmaba que nunca cumplirían las expectativas. Paradójicamente, esto es lo mismo que muchos padres piensan actualmente sobre sus hijos adolescentes.

Padres que se quejan de sus hijos, grupos de jóvenes bebiendo cerca de las termas, alumnos aburridos buscando excusas para no ir a clases, pandillas jugando al balón y molestando a los vecinos, enamorados dejando mensajes en las paredes, padres esforzándose por brindar la mejor educación, jóvenes saqueando despensas con voracidad que aterra a sus familias, estudiantes lanzándose «bombas» en las piscinas de las termas al final del día escolar, gritando y salpicando a otros usuarios… Todo esto y más formaba parte del mundo adolescente romano, que curiosamente no parece tan diferente del actual, ¿verdad?

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