El sedentarismo es el enemigo de un cerebro sano, no cabe la menor duda. Aunque estamos lejos de poder elaborar un plan personalizado de ejercicio útil para cada ser humano, que produzca beneficios para los diferentes sistemas fisiológicos del organismo sin incrementar el estrés, el ejercicio físico sigue siendo una fuente inagotable de beneficios para todo el organismo, incluyendo nuestro cerebro.

En la última década, numerosos avances neurocientíficos han pasado relativamente desapercibidos. Estos avances nos indican qué tipo de ejercicio es bueno para según qué aspectos, cómo la intensidad del ejercicio es un factor crucial para obtener resultados concretos y cuáles son las áreas cerebrales que se ven beneficiadas por el ejercicio moderado o vigoroso.

Además, se han realizado importantes investigaciones sobre el efecto que tiene el ejercicio físico en la depresión, la ansiedad, la cognición, el envejecimiento y la neurodegeneración. Estos estudios demuestran que el ejercicio no solo mejora nuestra salud física, sino que también tiene un impacto positivo en nuestra salud mental.

Es importante destacar que el ejercicio moderado o vigoroso tiene un mayor impacto en el cerebro que el ejercicio de baja intensidad. Esto se debe a que la intensidad del ejercicio está directamente relacionada con la liberación de endorfinas, hormonas que generan sensaciones de bienestar y felicidad.

En resumen, el ejercicio físico es fundamental para mantener un cerebro sano. Aunque todavía queda mucho por investigar y descubrir, los avances neurocientíficos nos ofrecen información valiosa sobre cómo el ejercicio puede beneficiar a nuestro cerebro en diferentes aspectos. Así que no hay excusa para no empezar a moverse y cuidar tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente.

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