Vivir y sobrevivir es una experiencia universal que todos los seres humanos comparten. Desde el momento en que nacemos hasta el día de nuestra muerte, estamos inmersos en un ciclo vital lleno de desafíos y aventuras.

La vida es una constante mezcla de rutinas y cambios, de lo conocido y lo desconocido. Hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos, de diferentes estatus sociales y religiosos, todos se embarcan en esta gran travesía diaria.

En este viaje, vamos acumulando experiencias y vivencias que moldean nuestra trayectoria vital. Cada día nos enfrentamos a lo ordinario y a lo extraordinario, a lo usual y a lo imprevisto.

La cotidianeidad, en este sentido, se revela como un fenómeno complejo. Es un punto de análisis fundamental para los historiadores, ya que nos permite comprender la dinámica entre la estabilidad y el cambio en la sociedad del Antiguo Régimen.

En la vida cotidiana, nos encontramos con una multiplicidad de realidades. Las rutinas y los usos habituales se entrelazan con innovaciones y rupturas. La estabilidad choca con el dinamismo, y es en este choque donde se forja la conducta de las personas.

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