En la distopía de Bim Eriksson, la sociedad enfrenta una crisis sin precedentes debido al aumento alarmante de los problemas de salud mental. Para contrarrestar esta situación, el estado ha implementado medidas extremas con el objetivo de preservar la estabilidad económica del país.

Una de las acciones más controvertidas ha sido la creación de una Autoridad de Salud Nacional implacable, encargada de eliminar cualquier información o datos relacionados con las enfermedades mentales. Bajo esta nueva normativa, se prohíbe terminantemente expresar emociones como el dolor, la tristeza o la preocupación, consideradas peligrosas para la armonía social.

Además, se ha establecido un riguroso programa de vacunación masiva con el fin de controlar los sentimientos considerados prohibidos. Aquellos ciudadanos que manifiesten emociones no permitidas son enviados a centros de tratamiento, donde son sometidos a una medicación forzosa para recuperar la supuesta psique pura que las autoridades buscan imponer.

En medio de este panorama desolador, una joven llamada Betty se encuentra internada en uno de estos centros. Es allí donde conoce a Berina, un enigmático individuo que porta una máscara de conejo. Pronto descubre que Berina es parte de un movimiento de resistencia clandestino que lucha contra la opresión del régimen.

La irrupción de Berina en la vida de Betty desencadena una serie de revelaciones que ponen en tela de juicio todo lo que esta joven creía saber sobre su mundo. En un entorno donde la verdad está oculta tras un velo de manipulación y control, Betty se ve obligada a cuestionar su propia percepción de la realidad y a unirse a la lucha por la libertad y la autenticidad.

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