APOLOGIA DE LA MORADA
Rojo no es solo un ilustrador, sino también un cómplice lector. Junto a Kraus, comparten el afán de hacer un inventario del mundo. El ensayista se sumerge en la exploración de etimologías y hábitos esenciales. Desmonta uno a uno los argumentos y los vuelve a armar con belleza, sabiduría y sensibilidad. Estos componentes son igualmente característicos del artista plástico.
La obra de Rojo se convierte en una casa de muñecas, donde un pequeño tapete nos da la bienvenida. A través de sus ventanas, que son espejos del alma, podemos contemplar a los pájaros como amos del aire que nos dan vida. Sus muros nos protegen y resguardan, dándonos identidad.
Estos minúsculos universos aspiran a descifrar el cosmos en el que habitamos. Los fragmentos que conforman este libro son una invitación a un viaje fascinante: el viaje que emprendemos alrededor de nosotros mismos. Kraus escribe: «La habitación como extensión del cuerpo y como morada de las memorias es fundamental para cultivar el alma».
El título de «Las Moradas» fue elegido por Santa Teresa de Ávila para uno de sus libros centrales. A través de la palabra y la metáfora visual que la acompaña, podemos acceder al orden superior que como especie nos está destinado.
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