Así pues, aquí están, día a día, tres años de esta vida singular que comenzó para mí el 17 de junio de 1940, con el rechazo del discurso de Pétain y el embarque en Bayona en el Léopold II. Tenía 19 años. Después de dos años de formación en Inglaterra en las Fuerzas Francesas Libres del general de Gaulle, fui lanzado en paracaídas en Montluçon el 25 de julio de 1942. Destinado a ser el radio de Georges Bidault, fui elegido por Jean Moulin para convertirme en su secretario. Trabajé con él hasta su arresto el 21 de junio de 1943. Estos años los cuento tal como los viví, en la ignorancia del mañana y la soledad del exilio. Para ello, elegí la forma de un «diario», que obliga a desplegar el tiempo y buscar en los recuerdos. Las conversaciones que relato adquirieron espontáneamente la forma de diálogos. ¿Qué pensar después de tantos años? He criticado demasiado los recuerdos de los demás como para dejarme engañar por mis certezas: donde terminan los documentos, comienza la tierra de nadie del pasado, con referencias inciertas. Pero si es natural que un testimonio sea limitado, no deja de ser incomparable: instantánea del pasado, permite revivir las pasiones desaparecidas. He dedicado mucho tiempo y esfuerzo a buscar la verdad, solo ella da sentido a una empresa como esta, para evocar el recorrido del joven de extrema derecha que fui, que, bajo la presión de las circunstancias, se convierte en un hombre de izquierda. La verdad a veces es atroz.

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