AL FINAL SIEMPRE GANAN LOS MONSTRUOS
Todas las historias de Villa de la Fuente tienen un inicio y un final en este lugar. La gente habla mucho sobre ellos, pero no tiene ni idea de lo que realmente les sucede. Son aquellos que se han perdido en el camino, los que viven en el mundo de las drogas, los que no logran adaptarse, los diferentes. Juanillo, Jony, Lolo, Vanessa y el Cucaracha, todos en sus treinta años con el cabello teñido y la música a todo volumen en el coche. Beben cerveza y devoran bolsas de patatas fritas, utilizan Tinder y consumen drogas, siempre llegando tarde o, en ocasiones, ni siquiera llegando.
Drogas, robos fallidos, problemas en el trabajo y en el amor, mentiras y horas interminables jugando PlayStation. Todos sus dilemas comienzan y terminan en este lugar: Villa de la Fuente. La gente habla de ellos, pero no tiene ni idea de lo que realmente sienten.
Una novela coral, desenfrenada pero con un toque tierno, que presta atención y les da voz a aquellos que apenas pueden expresarse. Entre Faulkner y Makoki, entre Rebeldes y Carson McCullers, este libro es una mezcla dura y divertida sobre un lugar y la incapacidad de escapar de él.
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