Rain y Jack se odian. No pueden tener menos cosas en común, pertenecen a planetas distintos. Pero a pesar de ello, no dejan de cruzarse una y otra vez. Primero en el instituto, luego en un concierto e, inesperadamente, también unos años después, cuando ya creían que no volverían a encontrarse. Incluso se ven empujados a compartir una noche en una casa perdida en mitad del bosque.

Rain piensa que las casualidades no existen, mientras que Jack cree que las causalidades no lo explican todo. Los dos quieren tener razón, pero saben que se equivocan. Ambos intuyen que, sea cual sea la verdad, cuando se trata de amor no hay teoría científica que pueda entender el mecanismo de un corazón cuando otro lo sacude.

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