Del 15 de octubre de 2003 al 11 de enero de 2004, el Palacio Real de Madrid fue testigo de una exposición única. Bajo el título «Del gusto de las naciones», se presentaron diversas obras de arte que ofrecían una visión amplia de la influencia de la corte española en el panorama artístico europeo.

En 1650, el pintor Velázquez dejó su huella en la corte pontificia de Roma con una galería de retratos que reflejaban la admiración por la cultura hispana. En esa misma época, Gian Lorenzo Bernini afirmaba que «dar todo a uno es obra del diablo», planteando así la pregunta de si los artistas debían estar al servicio de la corte.

La exposición también exploró cómo otros artistas reinterpretaron el legado de Velázquez. Carreño, por ejemplo, retrató a Carlos II de una manera distinta, aportando su propia visión al retrato real. Luca Giordano, por su parte, tuvo la oportunidad de inmortalizar al monarca español en sus obras.

Uno de los aspectos más intrigantes de la corte española fue la ubicación del rey. ¿Dónde se encontraba en cada momento? La exposición analizó el ritmo estacional de la corte y cómo esto influía en la decoración de los Sitios Reales entre 1650 y 1700.

La relación entre España y Francia también fue objeto de análisis en la exposición. Se compararon las diferentes formas en que ambos países convivieron con la pintura, desde las grandiosas artes de «el rey Sol» en Versalles hasta las más modestas obras del «sol eclipsado antes de llegar al zenit» en la corte española.

La representación del emperador Leopoldo I también fue tema de debate. ¿Cómo se retrataba a este poderoso gobernante? ¿Qué mensajes se transmitían a través de su imagen? Estas preguntas se abordaron en la exposición, explorando la diferencia entre la «maiestas» y las representaciones más modestas.

La exposición concluyó con un catálogo exhaustivo que recopilaba todas las obras expuestas, brindando así una oportunidad para tener un recuerdo tangible de esta fascinante muestra de arte.

VER PRECIO EN AMAZON